(Alerta de papiro. Scrollee con confianza si anda corto de tiempo y necesita ir a mear).
En esos andares que tiene la vida conocí a una mujer chiquita, no era enana médicamente hablando, era una mujer de unos 20 y tantos que medía algo así como 1,40 y tantos de estatura. Bien proporcionada, no lucía esas deformidades en piernas, brazos o rostro de muestran las mujeres con enanismo o taras parecidas. Tampoco se veía como una mocosa, se veía simplemente como una mujer joven de baja estatura. Linda de rostro, sin marcas ni arrugas, ojos verdes y hablaba "cantaíto".
No era escort ni under, era una sencilla dueña de casa que vivía cuidando a sus padres y administrando un bolichito de frutas y confites.
Me comentó que (estamos hablando de inicios de los dosmiles) era muy pretendida en el sur, en Los Angeles, le llovían las propuestas para salir y jamás se quejó de soledad o de algun tipo de bullying. Hombres de casi todo tipo y condición cuando la conocían quedaban muy calientes y la invitaban a salir y de repente le salía cacha con algunos. Los que más empeño le ponían eran tipos mayores con lucas y mucho paco la rondaba además.
Me comentó que luego de la cacha les preguntaba a varios por qué tanto entusiasmo con ella, que era chica y seguramente bastante menos atractiva que otras minas que estos weones podrían conocer. La respuesta era invariable, que en estos weones al culiársela experimentaban la fantasía de tener sexo con una mujer menor de edad, y como no era muy abundante de tetas mejor aun decían ellos. Además, luego de la primera cacha le pedían si podían juntarse una segunda vez pero bien depilada.
No sé qué será de ella, pero me contaba que hubo weones que lloraban a gritos cuando ella los mandaba a la cresta al ponerse muy jugosos o celosos, hubo uno que la acosó y amenazó por semanas y eso gatilló que tuvieron que dejar la ciudad, y ese tipo cuando se veían era por un fin de semana completo y la pobre pasaba de viernes a domingo arriba del pico, descuidando su negocio y su casa para no violentar a don weas.
Supe que se fue más al sur y le perdi completamente la pista.
Imposible, pues, no recordar unas líneas del Arcipreste de Hita, un cura de la Edad Media española muy zafado, "las virtudes que las mozas chicas han".